¿Quieres descubrir una pequeña joya del románico en las alturas? ¿Te apetece hacer una ruta sugerente que te regalará unos paisajes inolvidables? La ruta a la La Ermita de la Pertusa es lo que buscas, pequeña en dimensiones pero enorme por su encanto, además de estar ubicada en un paraje espectacular de tupida vegetación, aguas turquesas y cortados de piedra.
Si hay algo que siempre me ha fascinado son las construcciones milenarias ubicadas en sitios imposibles: entre rocas, en lugares completamente inaccesibles, sobre riscos desafiando la gravedad, en medio de un pantano, dentro de una cueva, esos lugares únicos que rompen con nuestros esquemas
Y este post esta dedicado a uno de esos lugares sencillamente increíbles: la Ermita Mare de Deu de la Pertusa, una pequeña construcción románica ubicada en lo alto de un acantilado, cuyos 685 metros de altura cortan directamente sobre las azules aguas del Embalse de Canelles.
La Ermita de la Pertusa se encuentra en la Sierra del Montsec, en el prepirineo leridano, a un par de kilómetros del pequeño pueblo de Corçà. El Embalse de Canelles y el río Noguera Ribagorzana bañan los pies de la peña sobre la que se asienta la Pertusa y desde ella hay unas vistas espectaculares de la Sierra, del embalse y del rio.
El Noguera Ribagorzana es frontera natural entre Huesca y Lérida y en este tramo avanza tranquilo hacia el desfiladero de Montrebei.
Esta pequeña delicia románica de la Pertusa se sabe documentada desde el año 1165. En sus inicios se encontraba adosada a un castillo, del que todavía pueden observarse restos de su torre, en la cara oeste. Es el castillo de Sant LLorent.
Para llegar hasta la capilla, que no es tan turística como el cercano Congost, hay que llegar hasta el pueblo de Ager y desde allí tomar una estrecha carretera que nos llevará a la aldea de Corçà A unos dos kilómetros por carretera hay un parking en el que se puede dejar el coche.
Este parking no es muy grande, así que en temporada alta, si no madrugas puedes encontrarte sin sitio. Si esto ocurre puedes dejarlo en el pueblo e ir hasta este punto de partida caminando por la carretera. Una vez en el parking hay 10 o 15 minutos caminando hasta la ermita.
Según vas llegando empezarás a divisar un cartel explicativo y la Pertusa con el pantano al fondo. Para acceder a ella hay una bajada a través de unas escaleras que salen a la izquierda. El acceso está marcado por flechas indicativas. Hay que descender un pequeño tramo para luego subir entre piedras. Un recorrido sencillo pero para hacer con cuidado si las rocas están húmedas, ya que resbalan bastante.
Y ascendiendo esta escalera natural y disfrutando de un paisaje precioso llegas hasta la puerta de la pequeña iglesia. Desde aquí las vistas son impresionantes: las montañas del Montsec tapizadas de verde, contrastan con las aguas del pantano, que cuando el sol está en su punto más alto lucen de un azul brillante espectacular.
Si además disfrutas con la observación de aves podrás disfrutar por aquí del vuelo de buitres, quebrantahuesos y águilas reales.
La ermita es muy pequeña, una sola nave de muros gruesos, un ábside cilíndrico orientado al este y pequeños vanos, típicos de las construcciones románicas. Su fachada sur cuelga literalmente sobre las paredes del acantilado, lo que le da un aspecto casi irreal. A pesar de su pequeño tamaño es tan majestuosa y tan sólida; allí ha permanecido vigilando su entorno durante cientos de años.
Y mirándola no puedes evitar preguntarte como hacían para construir en semejantes sitios en aquella época. Su situación adosada al un castillo nos habla de sus orígenes defensivos, pero un lugar así tenía que tener una leyenda. Se dice que fue un pastor quien encontró la imagen de la virgen en ese lugar y la llevó al pueblo para poder venerarla. Pero la virgen, caprichosa, volvía una y otra vez a su primer emplazamiento, comunicando así que era allí donde quería que se construyese el lugar donde se quedaría definitivamente.
Todo es misterio en este lugar privilegiado, se contaba que quien lograra rodear por completo la ermita de la Pertusa conseguiría todos los favores celestiales, aunque no hay más que mirarla para darse cuenta de lo improbable de esa tarea. La doncellas se apresuraban a poner su dedo meñique sobre la cerradura de la puerta, con la promesa de encontrar esposo ese mismo año.
Estas son otras dos de las muchas leyendas que envuelven a la Pertusa. Y es que contemplar sitios como este hacen volar nuestra imaginación o ¿no?
Te recomiendo sentarte durante un buen rato en las rocas y contemplar con calma este lugar, dejarte envolver de la paz que trasmite y disfrutar de las exquisitas panorámicas.
Después puedes recorrer desde aquí los 5km para llegar hasta el inicio del Congost de Montrebei, el recorrido que hicimos nosotros. El camino recorre el margen del rio, que es el gran protagonista, según avanzas en subida los primeros kilómetros ves aproximarse los cañones que van comprimiendo al rio, se elevan y se hacen cada vez más abruptos.
Disfrutarás de un paseo lleno de contrastes de color y texturas, las vetas anaranjadas y grises de las rocas resaltan sobre la vegetación y el agua que brilla con el sol.
Recorrida esta distancia puedes descender hasta el puente que cruza el río y comenzar el recorrido entre las pasarelas y paredes escarpadas de este espectacular cañón. Si aún te quedan fuerzas puedes seguir avanzando hasta las pasarelas de Montfalcó, A pesar de ser finales del mes de septiembre hacía muchísimo calor y no pudimos realizar esta parte del recorrido, teniendo en cuenta que ida y vuelta suponen unos 19 km. y apenas nos quedaba agua. Pero sin duda queda anotado como un «pendiente imprescindible».
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