La procesión de los Armaos desfila, con su peculiar paso arrastrado, por las silenciosas calles de Sigüenza. Fiel a su tradición, cada noche de Viernes Santo los enérgicos soldados, que custodian el Santo Entierro, y los cánticos de las Esclavas de la Virgen, inundan la noche seguntina.
Una celebración centenaria, declarada de Interés Turístico Regional, aquí te cuento todo. Si además quieres descubrir los secretos de Sigüenza puedes leerlo AQUI
La Semana Santa es una época en la que la devoción y las tradiciones más profundas salen a las calles.
Se revive una parte de la historia, se siente la idiosincrasia de un lugar y es motivo de orgullo y fe para los fieles, que cada año preparan con esmero su celebración. La procesión de los armaos en Sigüenza está documentada desde el año 1646.
Comienza la Procesión de los Armaos
A punto de caer la noche del Viernes Santo, las Cofradías de la Vera Cruz y del Santo Sepulcro, fusionadas al cumplir el primer tercio del XX, rememoran esta noche santa, generación tras generación, desde los S.XVI y SVII.
La procesión de los Armaos ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Regional.
La Semana Santa de Sigüenza comienza el Domingo de Ramos y son muchas la procesiones que recorren sus calles, pero es la procesión del Santo Entierro el punto álgido de la semana en Sigüenza. Un acto solemne, recogido y singular, que transcurre por el marco incomparable de sus calles medievales.
Casi entrada la noche, después del rosario, suena el órgano en la catedral: comienza la ceremonia del Descendimiento de la Cruz.
El descendimiento de la Cruz
Los cofrades más antiguos, que por distintas causas ya no pueden cargar con el pesado paso del sepulcro, ataviados con hábito negro y faja roja, desclavan y hacen descender de la cruz al Cristo crucificado.
Con una sábana blanca se descuelga delicadamente la talla del S.XVII, cuyos brazos articulados permiten introducirlo en el sepulcro de cristal. El santo entierro está listo para que los hermanos de la Cofradía de la Vera Cruz y del Santo Sepulcro lo levanten y lo procesionen por las calles de la ciudad.
Antes de salir al exterior, dan una vuelta por el interior de la Catedral, acompañados por la banda de cornetas y tambores de la cofradía. Salen al exterior y comienzan su solemne recorrido.
El paso de La Virgen de la Soledad se inclina ante el paso del Santo Entierro, después lo acompaña, mecida por los hermanos de carga que visten de negro.
La peculiaridad de esta procesión de Sigüenza son los cofrades que portan y acompañan al sepulcro. Estos hermanos con yelmo y lanza son“los armaos»y conmemoran, cada Viernes Santo, la Pasión de Cristo.
Un “armao” viste calzón y chaquetilla de pana negra, sobre la que se coloca un cuero y, encima de este, unas corazas con peto y espalda metálica. Un yelmo medieval cubre su parte de su cara y una vistosa faja roja aporta color al conjunto.
Este curioso atuendo militar, al estilo de los tercios de Flandes, se viste desde hace 500 años. Contemplarlos te traslada directamente a la Edad Media.
Junto a los armaos, que serían los hermanos de carga, caminan despacio los hermanos de vela o capuchones. Visten un capuchón tradicional burdeos y una túnica negra y acompañan al Santo Entierro, en silenciosas filas, portando un velón.
El curioso paso de los Armaos
Los pies de los armaos se arrastran sobre el suelo, con pasos cortos y rápidos. Todos al ritmo, producen un estruendo que resuena en el silencio de la noche de Viernes Santo. Mueven el santo entierro con movimientos rítmicos, tan rápidos como sus pasos y realmente resulta espectacular.
Esta forma de moverse se conoce como el “paso del armao” y es una de las señas de identidad de las procesiones de Sigüenza.
Por último, la Virgen de la Soledad es portada por hermanos ataviados tan solo con el traje de interior: calzas, chaquetilla negra, medias y faja.
La hacen danzar, de lado a lado, con un paso suave y ondulado, distinto a los firmes pasos del Santo Entierro.
Cierran la procesión la Esclavas de la Virgen, que con velas y cánticos melodiosos, acompañan al paso de la Virgen de la Soledad.
Todos salen de la catedral, por la puerta principal, y desfilan por las calles de Sigüenza hasta la Ermita de San Lázaro. Aquí es donde tiene lugar uno de los momentos más singulares y el punto final del recorrido.
Emocionante final en la procesión de los Armaos
La comitiva llega hasta su destino, y ante la puerta de la Ermita de San Lázaro, uno de los cofrades llama a la puerta. Tres golpes secos resuenan en el silencio de la noche. Desde dentro una voz pregunta “¿Quién va?”. La respuesta: “Jesús el nazareno, rey de los judíos”. Se abren las puertas y el silencio se interrumpe con el aplauso emocionado de todos los asistentes.
Preciosa tradición mantenida por generaciones, que se conmemora cada año y se viven con fe, solemnidad y orgullo por los vecinos de Sigüenza y que conmueve a los que las presenciamos.
A parte de sus maravillosas procesiones, Sigüenza es un lugar que merece la pena una visita. Aquí te dejo un post para que descubras todos sus rincones: Que ver Sigüenza y Atienza.
¿Te ha parecido curiosa la procesión de los Armaos de Sigüenza? o ¿Conoces otras tradiciones de Semana Santa que te hayan sorprendido? Te leo en comentarios.
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