Recorrer el Barrio Judío de Berlín es adentrarte en el pasado y presente de un colectivo que sufrió una de las tragedias más terribles de nuestra historia contemporánea. Scheunenviertel, como también se conoce a esta zona, mantiene el espíritu de esta comunidad, a pesar de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial.
Te propongo un paseo por la historia judío alemana en Berlín.
El Barrio Judío de Berlín tiene algo de inquietante.
Cada paso que des, cada línea que leas y cada monumento que visites te hará pensar ¿Cómo es posible que pudiera ocurrir algo así, tan trágico y tan terrible, no hace tanto tiempo?
Si quieres sumergirte de verdad en la historia de este barrio berlinés te recomiendo realizar un TOUR GUIADO POR EL BARRIO JUDIO DE BERLIN.
Te empaparás de historia, forma de vida y hechos que tuvieron lugar en Berlín ¿Sabes lo que es la Noche de los cristales rotos? ¿Quieres conocer rincones, curiosidades y profundizar en la vida del colectivo judio alemán? El tour guiado es la mejor forma de empezar a descubrir el Barrio Judío de Berlín.
Ruta por el Barrio Judío de Berlín
¿Dónde está el Barrio Judío de Berlín?
No existía un barrio Judío como tal en Berlín, en general, los judíos alemanes eran gente acomodada, con grandes recursos financieros, y podían permitirse vivir en cualquier lugar.
Lo que se conoce hoy como Barrio Judío se refiere a una zona en la que había gran concentración de población judía, ya que aquí se encontraban lugares importantes como la Sinagoga y el Cementerio Judío.
En Berlín residía una de las comunidades judías más grandes de Alemania, llegaron a vivir más de 170.000 personas.
La ciudad quedó prácticamente destruida durante la Segunda Guerra Mundial y la mayoría de los edificios que puedes ver hoy en día han sido reconstruidos.
Alemania promueve la memoria histórica a través de monumentos y símbolos, que rinden homenaje a las victimas del genocidio que llevó a cabo el régimen nacionalsocialista. Un ejemplo son las fachadas de muchos edificios, que aún mantienen zonas sin restaurar, horadadas de metralla o las Stolpersteinen.
Son las huellas para el recuerdo.
La zona judía está ubicada entre las calles Oranienburgersatrasse, Linien, Rosenthaler, Alte Schönhauser y el parque Monbijou, en el llamado Scheunenviertel ,”barrio de los graneros”. El nombre se debe a que en este distrito se ubicaban antiguamente muchas granjas y graneros.
¿Cómo llegar al Barrio Judío de Berlín?
Puedes llegar caminando desde Alexanderplatz, tardarás unos 10 minutos en llegar a Rosenthaler Straße 40, primer punto del recorrido que os propongo.
Si no comienzas la ruta desde esta céntrica plaza puedes llegar por distintas vías:
- Tren: Hackescher Markt (líneas S5, S7 y S75).
- Metro: Weinmeisterstraße (línea U8).
- Tranvía: M1, M4, M5, M6 y M8.
Stolpersteinen o las piedras del tropiezo
Mientras paseas por las calles de esta zona llamarán tu atención unas pequeñas placas doradas, salpicadas por las aceras. Tienen grabados nombres y fechas.
Cada uno de estos pequeños adoquines de piedra, cubiertos de latón, rinde tributo a una persona que, un día, fue sacada de su casa, despojada de todo lo que le pertenecía, deportada a campos de concentración y, en la mayoría de los casos, asesinada.
Las Stolpersteinen o Piedras del tropiezo se ubican frente al último edificio en el que vivió la persona que conmemoran. Se elaboran una a una, de forma artesanal, en contraposición a la forma masiva que tuvo el holocausto.
Estos pequeños homenajes metálicos no se encuentran solo en Berlín, se han exportado al resto de Europa, así los encontraréis en muchas ciudades, frente a la viviendas de las victimas de la persecución nazi.
Pero vamos a comenzar la ruta por el principio, antes de llegar a este punto crítico los judíos tenían una vida en Berlín.
Hackesche Höle
Rosenthaler Strasse, 40
Los Hackesche Höle son un conjunto de 8 patios interconectados por pasajes. Es un imprescindible en la visita a Berlín y sobre todo durante el recorrido al Barrio Judío.
Ocho patios coloridos de arquitectura Art Novo, construidos en 1906, que albergaban viviendas, cafés, lugares de ocio y talleres regentados, muchos de ellos, por judíos.
Los coquetos Hackesche Höle quedaron muy afectados por los bombardeos de la Segunda Mundial.
Posteriormente, con la ocupación soviética, fueron expropiados y utilizados con fines industriales y residenciales para obreros. No fue hasta los años 90 cuando se restauraron, para adoptar el aspecto que tienen actualmente.
En 1972 fueron declarados Monumento Histórico.
El más llamativo de todos es el Patio I (Hof I), sus fachadas de azulejos de colores aparecen en muchísimas fotos de Berlín. Aquí se encuentra un local emblemático, el teatro Chamäleon.
En la entrada al complejo encontrarás un código QR para descargarte la guíac on información del recorrido o también puedes contratar una ruta guiada AQUI
En la planta baja de los Hackesche Höle hay tiendas de artesanía, comercios, bares y restaurantes, todos con una estética muy cuidada.
Un remanso de paz aislado del ajetreo exterior. Algunos tienen grandes árboles en el centro, enredaderas que trepan por las fachadas y bancos en los que pararte un momento y simplemente disfrutar.
Rosenhöfe es otro complejo de patios muy cerca de los Hackesche Höle, de hecho están comunicados.
Decorados con grandes ventanales, enrejados y con bonitos diseños florales hay comercios con una estética encantadora.
Dead Chiken Alley
Rosenthaler Straße, 39
Justo al lado de los Hackesche Höle, y separados por el Café Cinema, está la entrada a un lugar completamente distinto.
De los bucólicos patios al pasillo underground más famoso de Berlín, a través del cual llegarás a otros dos lugares emblemáticos de la historia judía: el Museo taller de Otto Weidt y el Centro Ana Frank.
El callejón Dead Chicken Alley (Haus Schwarzenberg) fue el lugar, en su momento clandestino, en el que desplegar la creatividad y el arte urbano, prohibido durante la época soviética.
Este pasaje se convirtió en un centro artístico alternativo, cedido a un grupo de artistas, los Dead Chicken, que dan nombre al pasaje.
Muros repletos de “street art” y una especie de monstruos mecánicos de metal habitan en este curioso lugar.
Hay también un par de bares, uno de ellos es el Café Cinema: un paraíso para los amantes del cine.
Sube hasta las tiendas que hay al final del patio, por sus escaleras literalmente forradas de grafitis y carteles de todo tipo, hay una librería tienda en la que comprar algún recuerdo muy auténtico.
Taller de cepillos de Otto Weidt
En el suelo del callejón en el que se encuentra este pequeño taller de escobas y cepillos, que hoy es un museo, se encuentra la placa en memoria de Otto Weidt.
Fue un empresario alemán, enemigo declarado del régimen nazi, que arriesgó su vida para salvar otras muchas.
Otto Weidt fabricaba escobas y cepillos, empleaba a personas ciegas y sordas, en su mayoría judías, que no hubieran tardado en ser deportados y exterminados.
La actividad de este pequeño taller se calificó como “importante” por el régimen nazi, porque proveía al ejército alemán, por eso le permitieron seguir funcionando.
El empresario ayudó a muchas personas a esconderse o huir, proporcionándoles documentación falsa, alimentos y un lugar donde ocultarse.
Una de las habitaciones de la trastienda, que aún se conserva en estado original, fue el lugar donde se ocultaron personas, para huir de una muerte segura. Tras un armario puedes acceder a la habitación interior.
El recorrido es impactante, porque le pones cara e historia a personas que lograron salvar su vida, gracias a este valiente empresario, y a otras que no tuvieron esa suerte.
A través de cartas, fotografías y documentos revivirás la inquietud y angustia de la lucha por la supervivencia. Una historia de coraje digna de una película, pero tan triste como real.
La entrada al Museo de Otto Weidt es gratuita
Exposición de Ana Frank
En este mismo callejón, se encuentra el acceso a la Exposición permanente dedicada a Ana Frank.
La historia de esta niña judía es conocida en todo el mundo.
Cuando los nazis invadieron los Países Bajos, Ana Frank y su familia permanecieron escondidos durante dos años en un almacén de Ámsterdam.
Durante este largo encierro Ana escribió su famoso diario relatando su experiencia. Finalmente fueron descubiertos y deportados al campo de concentración de Bergen-Belsen. Allí murió, en 1945.
La exposición es un recorrido interactivo por la historia de Ana Frank y su familia.
Nueva Sinagoga
Oranienburger Strasse, 28-30
La Nueva Sinagoga (construida entre 1859-1866) está ubicada en una de las avenidas principales del Barrio Judío de Berlín. Es de estilo neo-morisco bizantino y verás su inconfundible cúpula dorada brillar sobre los tejados berlineses desde mucha distancia.
Este grandioso edificio no era solo un lugar de culto, también era centro de reunión y enseñanza, todo un referente para la comunidad judía (Centrum Judaicum)
El templo sufrió un grave incendio durante la “noche de los cristales rotos”, en Noviembre de 1938, (fatídica noche en la que ardieron 191 sinagogas, unos 7.000 comercios fueron saqueados y 26.000 judíos fueron arrestados y trasladados a los campos de concentración).
Quedó practicamente destruida en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
Se conserva la cúpula y parte de la fachada de la Sinagoga Vieja, el resto del edificio fue demolido en 1958.
La parte frontal fue restaurada entre 1988 y 1993, cuando fue abierta al público de nuevo.
La exposición que alberga en su interior recrea la grandeza que un día tuvo la Nueva Sinagoga, que podía alojar hasta 3000 personas.
Llegó a ser la sinagoga más grande de Alemania. Aquí tenían lugar muchas actividades, misas, reuniones, conciertos, era un lugar de encuentro en el más amplio sentido.
Se conservan zonas reconstruidas con restos recuperados, que muestran la decoración de influencia islámica, maquetas de la sinagoga, objetos costumbristas y documentación sobre la historia de la comunidad.
Información para visitar la Nueva Sinagoga de Berlín: Web de la Fundación de la Nueva Sinagoga de Berlín
El Antiguo Cementerio Judio
Grosse Hamburger Strasse
Ya no queda nada de lo que fue el antiguo Cementerio Judío, Alter Jüdischer Friedhof. Tan solo la lápida del filósofo Moses Mendelssohn, todo un referente y defensor de la cultura judía.
Junto al cementerio había una escuela y un hogar para ancianos.
En 1943 el cementerio fue destruido, por orden de la Gestapo, las tumbas masacradas y los huesos esparcidos. El hogar de ancianos se convirtió en un centro de deportación, por el que pasaron hasta 50.000 judíos, antes de ser trasladados a los campos de exterminio.
En la entrada del cementerio hay una escultura de acero, obra de los artistas Mark y Will Lambert, en memoria de los judíos exterminados durante el nazismo.
Una serie de figuras oscuras, de rostros angustiados y con la mirada perdida, representan el sufrimiento y la desesperanza de una forma impactante.
Tanto en esta escultura como en la única lápida que sigue en su lugar, había grupos de piedras, que los visitantes van dejando. Pensé que sería una muestra de respeto o algo similar, después descubrí que es una antigua costumbre judía.
Dejar una piedra es como un tributo a los fallecidos, un recuerdo de la visita: la piedra simboliza la eternidad, como lo es el alma para el judaísmo.
Historia y detalles que puedes conocer con más profuncidad si reservas el tour por el Barrio Judío de Berlín
En la acera opuesta al Antiguo Cementerio Judío se encuentra la Casa Desaparecida (Grosse Hamburger Strasse, números 15-16). Es una instalación conmemorativa, obra del artista francés Christian Boltanski.
Este lugar lo ocupaba un edificio de apartamentos, de estilo neobarroco, que quedó totalmente devastado durante la Segunda Guerra Mundial. En los muros que rodean el edificio inexistente se observan placas con los nombres de las personas fallecidas.
Muy cerca del Cementerio Judío, en Oranienburger Strasse, está la entrada a la Iglesia de Santa Sofía .
Fue construida en 1722 y convertida en sinagoga de 1866 a 1886. Durante la Segunda Guerra Mundial fue destruida por los bombardeos y reconstruida en 1995.
Alrededor de la Iglesia Santa Sofia hay un pequeño jardín con un cementerio, donde se encuentran importantes personalidades como Carl Friedrich Zelter y Leopold von Ranke.
Esta iglesia se hizo especialmente conocida gracias a la visita de Martin Luther King, durante su viaje a Berlín.
Las fachadas de los edificios cercanos a la iglesia se mantienen tal y como quedaron después de la Segunda Guerra Mundial. Huellas de metralla en las paredes nos cuentan historias de persecución y miedo.
El monumento de Rossenstrasse
Caminando desde Alexanderplatz hacia el Barrio Judío encontrarás un monumento significativo. Entre las calles Rosenstraße y Heidereutergasse, en un pequeño parque, se encuentra un homenaje al valor, tallado en arenisca roja.
En 1943 un grupo de mujeres alemanas se enfrentaron al régimen nacionalsocialista para defender la vida y la libertad de sus maridos judíos, encarcelados para ser deportados a campos de concentración.
Este monumento “Frauenprotest 1943”, la protesta de las mujeres, de Ingeborg Hunzinger.
Es un tributo a ellas, que pusieron en riesgo sus vidas, haciendo protestas pacíficas durante una semana. Finalmente forzaron al gobierno a poner en libertad a sus maridos.
En la escultura puede leerse la frase: “ La fuerza de la desobediencia civil y el vigor del amor pasaron por encima de la violencia de la dictadura”
Museo Judío
Lindenstrasse, 9
El Museo Judío de Berlín es un recorrido completo por el pasado y presente de la comunidad judío-alemana, diseñado por el arquitecto Daniel Libeskind
La arquitectura del museo es curiosa: ángulos pronunciados, suelos inclinados y muros cubiertos de cinc. Este edificio no tardó mucho en convertirse en un referente arquitectónico de Berlín.
El exterior del museo está formado por bloques,que parecen fracturados y generan una primera impresión de ruptura y de destrucción.
El museo se organiza en torno a tres ejes que simbolizan la historia judía: el Exilio, el Holocausto y la Continuidad.
El eje del Holocausto expone las huellas del genocidio y la barbarie. Aquí se encuentra la torre del Holocausto: un espacio vacío de 24 metros de altura, ángulos inclinados y “vacío”. Solo hay una puerta que se cierra a tu paso, sin climatización, solo un poco de luz natural entra desde arriba y silencio.
El arquitecto llamó a esta torre “the voided void”, espacio vertical que simboliza el vacío que generó el genocidio.
Vacíos constructivos verticales que representan la pérdida, la destrucción y la ausencia.
El eje del Exilio te lleva al exterior, al jardín del exilio.
El jardín esta formado por bloques (parecidos al monumento al holocausto, en pequeña escala), sobre el suelo inclinado. En la parte superior cada bloque, un olivo da vida al frio cemento gris.
Este pequeño jardín representa la seguridad del exilio, la salvación, pero también la incertidumbre y la tristeza de lo perdido.
El eje de la Continuidad, en la parte superior del museo, es una exposición recorre la historia de la comunidad judía a lo largo de casi dos siglos.
Por último, la conmovedora Exposición Shalejet (hojas caídas), del artista israelí Menashe Kadishman.
A pesar del nombre, no son hojas lo que encontrarás aquí, si no un estrecho pasaje encajonado entre inclinados muros de hormigón.
En el suelo 10.000 caras metálicas con muecas de miedo o de dolor, parecen gritar y rinden tributo a las víctimas de la guerra y la violencia. Se puede recorrer el pasaje caminando sobre ellas y el sonido que producen al pisarlas es como un lamento metálico. Para mi fue el lugar más impactante del museo.
La entrada al museo es gratuita y es más que recomendable.
Podéis descargaros la App del centro y utilizar la audio-guía para hacer el recorrido. Consulta los horarios para visitarlo: web del Museo
Monumento a la Quema de Libros
Bebelplatz
Otra de las huellas de la persecución judía en Berlín, la encontrarás en la preciosa plaza Bebelplatz.
En el suelo empedrado, rodeada de la Ópera Nacional, la catedral católica St.-Hedwigs-Kathedrale y la Biblioteca Real, hay una gran baldosa transparente entre los adoquines del suelo de la plaza.
A través del cristal verás una biblioteca repleta de estantes blancos, completamente vacíos.
Es el monumento que conmemora la Quema de Libros de autores judíos, que los nazis llevaron a cabo el 10 de mayo de 1933.
Aquel fatídico día se quemaron unos 40.000 libros de autores judíos, como acto propagandístico promovido por Goebbles (el entonces ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich).
Es un monumento a lo que ya no está, a lo que se perdió a manos de la locura humana.
Este homenaje subterráneo pasa desapercibido si no lo buscas, cuando empieza a oscurecer y se ilumina es cuando podrás apreciarlo mejor.
En el suelo una placa de bronce advierte: «Eso no fue más que un preludio; donde queman libros, en última instancia, también quemarán a la gente.» (Heinrich Heine 1820)
El monumento al Holocausto
Cora-Berliner-Straße 1
Muy cerca de la puerta de Branderburgo se encuentra el Monumento a las victimas del holocausto nazi en Europa.
Proyecto del arquitecto Peter Eisenman y el ingeniero Buro Happold, está formado por 2711 bloques de hormigón de distintas alturas. Cubren 19.000 metros cuadrados y forman un laberinto, a través del que puedes caminar.
Los bloques de cemento forman estrechos pasillos, a diferentes alturas, suben y bajan como pequeñas dunas.
Este lugar estuvo ocupado, a finales del siglo XVIII, por los jardines Ministeriales y rodeado por mansiones barrocas.
Sin duda, es recomendable visitarlo el mismo día que visites el Barrio Judío.
La sensación que se experimenta en este mar de cemento es muy particular, a mi me dio tristeza, desconcierto y soledad, quizá por la visita previa al Museo Judío.
Otras personas no encuentran nada especial o les parece hasta feo, también están los que se ponen a pisar y saltar entre los bloques, como si fuera un parque de atracciones. Yo creo que, más allá de tus gustos, este lugar merece el máximo respeto.
En el subsuelo del monumento al Holocausto hay un Centro de Información. Una exposición de documentos, fotografías, cartas y datos sobre la política de exterminio, que el régimen de Hitler puso en marcha entre los años 1933 y 1945.
En una de las salas, la más impactante, verás en papel la magnitud del exterminio: las paredes están empapeladas con los nombres, año de nacimiento y muerte de las victimas del holocausto.
¿Dónde comer en el Barrio Judío de Berlín?
Hasta aquí esta ruta por la historia de la comunidad judía en la capital alemana.
Entre tanta visita y después de recorrer kilómetros, hay que reponer fuerzas y no se me ocurre mejor momento para probar la comida típica israelí.
Aquí os dejo dos sugerencias:
- Restaurante Yafo (Gormannstraße, 17 b) comida israelí en el centro de Berlín. Aquí podrás degustar sopas, humus, falafel, tabulé, carnes, pescados y verduras bien especiadas en un ambiente desenfadado.
Si quieres recordar estos sabores en casa, cuando termines, puedes comprar especias y productos típicos para llevar.
- Beth café (Tucholskystr, 40), al lado de la Sinagoga, puedes tomarte un café con dulces, como si lo hicieras en el salón de una casa tradicional judía.
Y hasta aquí este recorrido por el Barrio Judío de Berlín, que no puedes perderte si estás planeando visitar la capital alemana.
Si te ha gustado el post o se te ocurren otras sugerencias, para descubrir este imprescindible de Berlín: me encantará leerlo ¡ Déjame un comentario !
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