Hay experiencias que hay que hacer, al menos, una vez en la vida. Cosas que hay que probar, porque serán momentos que se queden contigo para siempre. Una de esas cosas es dormir una noche en el desierto.
Ver como se esconde y como despierta el sol en este increíble paisaje.
Y en este post no voy a darte recomendaciones de como llegar, ni cosas que hacer. Voy a contarte mi experiencia: pasar una noche en uno de los entornos más extremos de la tierra, una noche entre un mar de dunas.
Llegar hasta el desierto de Merzouga
Contemplar una puesta de sol sobre las doradas montañas de arena, que cambian del tono suave rosado, hasta el naranja más intenso, es toda una experiencia. La luz cálida te acaricia la piel, antes de que se esconda el sol y te deja sin palabras.
No es necesario hablar, solo quieres mirar, para no perderte ni un detalle de este espectáculo.
Para llegar hasta aquí, desde Marrakech hemos atravesado enormes extensiones de desierto pedregoso, cruzado las montañas del Atlas y atravesado valles con oasis y palmerales, salpicados de kasbahs tradicionales.
Pisar con los pies descalzos la fina arena o saltar corriendo duna abajo, aunque luego cueste una vida volver a subir, es una sensación increíble.
El desierto es sanador.
Es un infinito manto de arena que te hace pensar, o más bien que te permite no pensar en nada, excepto en esta naturaleza que se presenta ante tus ojos, tan bella como inhóspita.
Llegar hasta aquí paseando en camello te traslada en el tiempo. Avanzando por la arena, con el ondulado movimiento del camello, imaginaba la dureza de las travesías de las caravanas transaharianas, que han atravesado este territorio durante siglos. Caravanas de transporte de mercancías y personas, que soportaban duros y largos recorridos por este inclemente entorno.
Era pura supervivencia y adaptación al medio. Nada que ver con el cómodo paseo que hoy te traslada hasta el campamento.
Hacemos un alto en una de las dunas más altas, para que podamos contemplar la puesta de sol.
No te cansas de mirar a todos lados, mientras poco a poco se esconde el sol y los colores son casi irreales.
También pude comprobar en primera persona lo imprescindible del pañuelo, para protegerte del sol y sobre todo del viento. Porque cuando hay viento, por suave que sea, la arena ligera vuela y lo envuelve todo. Se cuela por cada rendija y de no ser por el pañuelo no puedes ni abrir los ojos.
La escasa vegetación, las temperaturas extremas, que pasan del asfixiante calor durante el día y a las frías noches, no facilitan la vida a ninguna criatura.
Pero el pueblo bereber se adaptó a las duras condiciones impuestas por el desierto del Sahara.
Dormir en una jaima en el desierto
Cuando la noche cae bajan las temperaturas.
Las jaimas tradicionales bereberes están pensadas para dar refugio y mantener el calor en las frías noches del desierto.
La auténtica jaima tan solo tiene en el centro un palo de madera que soporta la cubierta de tela, que puede ser de pelo de cabra, o de camello. El suelo del único espacio que queda protegido por la cubierta está cubierto de alfombras.
Pasar una noche en una jaima es toda una experiencia. En mi caso, era una jaima supercómoda, y desde luego las jaimas de lujo (que tienen además de camas, ducha y váter) nada que ver tienen con las jaimas tradicionales, pero este es un capricho que tenía ganas de darme hace mucho. Merece la pena de verdad.
El silencio de las noches en el desierto es algo que tampoco vas a poder sentir en cualquier lugar.
Después del paseo en camello nos reciben con un té, para darnos la bienvenida, acorde con las costumbres de hospitalidad marroquí. Las luces decorativas, que marcan el camino hacia las jaimas, le dan un ambiente mágico al campamento.
La cena en la jaima restaurante nos permite degustar platos típicos de la cocina marroquí, como el tajín tradicional, es francamente exquisito. Los ingredientes se cocinan casi al vapor, con poca grasa, en un cuenco de barro (un tajín), lo que además hace más intensos los sabores. De pollo o cordero, con verduras, está riquísimo.
Tras la cena, se enciende el fuego.
Alrededor del fuego se han contado historias, se han transmitido tradiciones y ha sido el lugar para compartir a lo largo de la historia. En un mundo lleno de móviles y de inmediatez, compartir una velada alrededor del fuego es un lujo.
La música tradicional resuena entre las dunas, mientras contemplamos las llamas y las sombras que danzan al son de la música.
Los tambores y los cantos tradicionales bereberes, junto a la hoguera, llenan la noche de una energía muy especial.
Termina la velada, en la que hemos bailado y disfrutado muchísimo, subimos de nuevo a las dunas.
Es hora de alejarte de la luz del campamento y dejarte iluminar, tan solo, por los millones de estrellas que adornan el cielo del desierto. Es una sensación inmensa.
Un cielo único, silencioso y brillante, como en pocos lugares vas a contemplar. El brillo de las estrellas, que sentirás más cerca que nunca, son tu único techo.
Un momento de paz, de calma y de asombro, todo en uno. Aqui te dejo las estrellas que pude captar, tan solo con el móvil.
Ver amanecer en el desierto
Despedir la noche así es tan increíble como recibir el día y ver el amanecer.
Sales de la jaima, muy temprano, cuando todo es silencio y los grises azulados del alba se van tiñendo de naranja, con los primeros rayos de sol. Tan solo esperas, sentada en una enorme duna, contemplando como el desierto le da la bienvenida al nuevo día.
Contemplar el amanecer aquí te permite disfrutar, parar tu mente y dejarte asombrar, en silencio. Toda una experiencia, que te recomiendo muy mucho.
¿Como disfrutar de una noche única en el desierto?
Si estás valorando pasar una noche en el desierto, en tu visita a Marruecos, habrás visto que la oferta es enorme. Aquí hay tres lugares desde los que disfrutar de esta experiencia.
Una noche en el desierto de Agafay
Es el desierto más cercano a Marrakech. Pero hay dos tipos de desierto y este no es el que tenemos en mente, de dunas de arena fina. El desierto de Agafay es el desierto pedregoso, kilómetros y kilómetros de roca y aridez.
Es la opción más cercana, no tan idílica, pero te permite experimentar como es dormir en una jaima y puede ser una opción si cuentas con poco tiempo y no te puedes permitir las jornadas más largas, necesarias para llegar a los otros dos desiertos de Marruecos.
Puedes reservar tu experiencia en el Desierto de Agafay AQUI
Una noche en el desierto de Zagora
El desierto de Zagora o Erg Chigaga se encuentra a 6 horas de camino desde Marrakech.
Esto ya es un desierto, tal y como imaginamos, dunas de arena fina ocupan un amplio terreno. Es, de los tres, el más virgen y un lugar impresionante para disfrutar de la esencia del Sahara.
Puedes reservar tu experiencia en el desierto de Zagora AQUI
Una noche en el desierto de Merzouga
El desierto de Merzouga o Erg Chebbi es el desierto más impresionante de Marruecos, también el más concurrido.
Tienes que contar con tiempo suficiente para llegar hasta aquí (7 u 8 horas de trayecto, desde Marrakech), pero merecerá la pena el recorrido entre paisajes rotos, kasbahs tradicionales, oasis y palmerales.
Puedes reservar tu experiencia en el Desierto de Merzouga AQUI
Espero haberte inspirado y haberte abierto las ganas de disfrutar de una experiencia única, que como te he dicho, hay que hacer una vez en la vida.
¿Y tú, has estado en el desierto?