La ruta por el Valle de Ounila es una de las primeras etapas, desde Marrakech hacia la ruta de las Mil Kasbahs, camino al desierto.
Un recorrido de contrastes, oasis y palmerales destacan sobre las paredes de roca rojiza. Pequeñas aldeas de adobe salpican todo el recorrido y parecen haber surgido del interior de la tierra, porque se mimetizan completamente con el entorno.
Tras cruzar el Alto Altas, puedes tomar un desvío a la izquierda, que te recomiendo, para dirigirte hacia la kasbah de Teloulet y pasar por el precioso valle de Ounila.
Ruta por el valle de Ounila y la Kasbah de Telouet
Nos dirigimos al Alto Atlas, estas rotundas montañas que se divisan desde Marrakech, con sus cumbres nevadas gran parte del año. Su pico más alto y conocido es el Toubkal, uno de los trekkings más deseados por montañeros de todo el mundo.
El Atlas marroquí se divide en tres conjuntos montañosos: el medio Atlas, el Alto Atlas y el Anti Atlas.
Esta cordillera montañosa era paso obligado para las culturas bereberes, que hacían llegar sus mercancías de los dos lados del Sáhara. Atravesar el Alto Atlas para llegar hasta las inclementes arenas saharianas, significaba entonces semanas de marcha, generalmente a lomos de mulas o dromedarios.
En el primer tramo del camino, me sorprendió lo verde que estaba el paisaje, que precede al Alto Atlas: mucha vegetación, huertos escalonados, palmerales y pequeños pueblos de adobe.
Pueblos de barro que parecen dormidos en el tiempo y siguen manteniendo su tradicional forma de vida, la agricultura y la ganadería. Algunos, cercanos a la carretera, aprovechan el tirón del turismo que cruza el Atlas camino al desierto.
En continua subida el paisaje muta, va dejando la vegetación atrás y las moles de piedra rojiza se apoderan del entorno. En las cumbres, la nieve todavía permanece en el mes de abril y la aridez del terreno te da una idea de la dura subsistencia que impone a sus habitantes esta zona de Marruecos.
Tizi n´Kitcha (Col du Tichka)
Avanzando por la zigzagueante carretera A 9, llegamos al paso natural de Tizi n´Kitcha, a 2.260 metros de altitud, es el punto habitado más alto de toda la cordillera.
Lugar perfecto para parar y contemplar el arrugado paisaje montañoso, que se extiende hasta donde alcanza tu vista.
Como esta carretera es paso obligado entre Marrakech y el gran sur marroquí, siempre está muy concurrida.
En el camino encontramos, en cada apartadero, pequeños puestos improvisados que ofrecen, miel, souvenirs, geodas y hasta fósiles; porque aunque ahora esta zona es un manto infinito de montañas desnudas, hace millones de años estaba cubierta por el mar.
Seguimos avanzando y comienzan a aparecer los primeros palmerales esporádicos y las plantaciones de argán, que animan la vista de repente.
En esta zona el argán es un medio de vida para la población local. Si te interesa, puedes visitar alguna cooperativa de la zona, donde te explican el proceso de cultivo, recolección y extracción del aceite.
Antes de coger la desviación hacia el valle de Ounila, hicimos una visita a una cooperativa de mujeres, dedicada a la producción del aceite de Argán.
El aceite de argán, el oro del Atlas
El cultivo y explotación del argán es el medio de vida de gran parte de la población de esta zona de Marruecos. De esta planta, apreciada por sus enormes propiedades cosméticas, culinarias y medicinales, viven muchas familias.
En nuestra visita a la cooperativa de Igrhem N´ouGoudal, pudimos entender mejor el proceso de extracción, completamente manual, y la cantidad aplicaciones que le dan a este oro líquido.
El pueblo bereber lleva siglos utilizando el aceite de argán en sus distintas formas, ahora además es un importante negocio en la industria cosmética internacional.
Hay más de 22 cooperativas de mujeres en Marruecos, que viven de este cultivo, que posteriormente envían a Agadir donde se distribuye.
Merece la pena hacer una visita, probar y llevarte alguno de los muchos artículos que elaboran con esta planta. Con ello, no solo te llevarás un recuerdo, promueves el desarrollo y mantenimiento del empleo en estas zonas rurales y contribuyes a preservar el patrimonio cultural.
Lo explotan turísticamente, como es lógico, y aunque sea una actividad muy turística, hay cosas que merece la pena hacer.
La Kasbah de Teloulet
Acabada la visita, no retomamos la carretera A9, sino que nos dirigimos hacia el valle de Ounila, para llegar hasta la Kasbah de Teloulet.
La desviación hacia la Kasbah de Telouet está poco después de pasar el alto de Tizi n-Tichka.
La Kasbah de Telouet fue la residencia habitual de una de las familias más poderosas de Marruecos, la familia El Galoui.
Oirás este nombre mucho en Marruecos, ya que fue un poderoso personaje que, gracias a su apoyo al protectorado francés, se convirtió en el Pachá de Marrakech. Apodado «el señor de Telouet», llego a tener a todo el Atlas occidental bajo su control.
Con la independencia de Marruecos, en 1956, perdió todo su poder y tuvo que exiliarse. Consiguió ser indultado por el sultán Sidi Mohammed y murió, poco después, en su kasbah de Telouet.
La kasbah se sitúa en un promontorio, rodeado por las montañas del Altas, y está formada por un conjunto de edificios, construidos en sucesivas etapas.
Su parte más antigua data del siglo XIX, mientras que la parte más moderna es de 1930 y su construcción se aprecian otros materiales, como piedra e incluso hormigón.
Prácticamente destruida y descuidada, ya que sus ruinas están llenas de basura, aún mantiene una parte de lo que fueron las lujosas habitaciones del Pachá de Marrakech.
Se puede realizar una visita guiada, que muestra la parte que aún se mantiene en buen estado. Se conservan parte de las lujosas estancias y se puede apreciar la suntuosa decoración que tenían.
Cuando nosotros estuvimos, no pudimos hacer esta visita, debido a las intensas lluvias que tuvieron lugar las semanas anteriores. Hay veces que la carretera que llega hasta aquí queda cortada por esta misma causa, por lo que hay que informarse de su estado antes de seguir.
Valle de Ounila
Dejamos atrás Teloulet y, en dirección a Ait Ben Haddou, nos adentramos en el precioso valle de Ounila. Si hay una ruta en la que disfrutar de oasis y kasbahs en Marruecos es esta.
Los verdes palmerales y los huertos, que riega el río Ounila, que a veces parece desaparecer, contrastan con la roca de las montañas, que a nuestro paso va cambiando de color.
La pista de montaña que discurre por este valle, situado en la vertiente sur del Gran Atlas, va paralela al río regalándonos panorámicas impresionantes.
El rojizo va dando paso al ocre, y después al blanco de las minas de sal, todo un arcoíris de roca, debido a la abundancia de yacimientos geológicos y minerales de la zona.
El valle de Ounila está habitado por descendientes de varias tribus bereberes, que mantienen sus tradiciones en este árido entorno, en el que el río es fuente de vida.
Verás muchas kasbahs, que se mimetizan con el paisaje, y entre ellas sobresalen los minaretes de la mezquita.
Algunos de estos pueblos son Anmiter, Assaka y su bonita mezquita, Douar o Tamdakht, donde todavía permanecen en pie las ruinas de una kasbah, que perteneció a la familia El Galoui.
Antes de llegar a Ouarzazate, si tomamos el desvío a la derecha, hacia Zagora, pasamos por otras kasbahs, como la de Tifoultout o la kasbah de Talmesla. Esta última es conocida como «casba de las cigüeñas», por la gran cantidad de nidos de estas aves que verás en sus torreones. Perteneció también a la familia El Glaoui, pero se halla en el más absoluto abandono.
Después de atravesar varios de estos pueblos de adobe y paja, a unos 50 km., llegamos a Ait Ben Haddou. Esta fortaleza del desierto es la joya de la zona, porque es uno de los ksar (ciudad fortificada) mejor mantenidos y más impresionantes de Marruecos.
Te cuento como visitar La fortaleza de barro de Ait Ben Haddou.